Ars Hermética
UNA VISIÓN ESPIRITUAL DEL ARTE
RENACIMIENTO OCULTO
“Melancolía I” de Durero
(Extracto del libro "EL RENACIMIENTO OCULTO Espiritualidad y esoterismo en el arte renacentista" de Jesús Zatón, ed. Fundación Rosacruz.)
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Aspectos alquímicos de "El jardín de las delicias" del Bosco
(Extracto del libro "EL RENACIMIENTO OCULTO Espiritualidad y esoterismo en el arte renacentista" de Jesús Zatón, ed. Fundación Rosacruz.)
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En el Renacimiento, cobró de nuevo fuerza la idea de que el ser humano estaba influido física y anímicamente por cuatro fluidos o "humores": sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. El predominio de los mismos determinaba el carácter y la salud del ser humano. Durante esta época se tendió a ensalzar el temperamento melancólico, pues se veía como propio de filósofos y reflejo de una alta creatividad, y en tal sentido lo dibujó Durero.
Melancolía I encuentra su inspiración en El libro de la triple vida, de Marsilio Ficino y en De Occulta Philosophia (La filosofía oculta) del mago, cabalista, ocultista y filósofo alemán Enrique Cornelio Agrippa, obras que describen tres tipos de melancolía. El dibujo ilustra el primer tipo: la melancolía "cándida bilis", que causa brillantez. En la parte superior izquierda del grabado aparece el título, Melancolía I, escrito sobre una banderola que sostiene un animal que puede ser identificado como un murciélago. De hecho, según Huerta, los griegos le llamaban "reptil alado" y tal vez sea ésta la razón de la cola con que le ha pintado Durero.
Según Horapolo, el murciélago es el jeroglífico de una mujer que amamanta a sus crías e igualmente del hombre que, pese a su debilidad, se eleva con audacia por encima de la misma. Para Alciato (emblema LXI), el murciélago es la imagen del hombre sabio que aprovecha la noche con su estudio y trabajo. Tales conceptos (sabiduría y alimentación espiritual) son los que pretende aportar Durero con la extraña imagen del murciélago-reptil.
En De Occulta Philosophia, Agrippa señala que el hombre es capaz de alcanzar cuantos logros espirituales e intelectuales se proponga con la ayuda "de lo alto", bien a través de sueños proféticos o mediante la influencia de Saturno. Y éste es, tal vez, el objetivo último del grabado: mostrar cómo, con la ayuda "de lo alto" y las influencias saturnales, los hombres tocados por la "Melancolía I" estaban en disposición de recorrer el camino hacia la tan anhelada patria original del alma.
Detrás del murciélago-reptil, encontramos el arco iris, como símbolo de la "promesa" de que Dios no abandona a sus criaturas, y un cometa, cuerpo celeste considerado como portador de buenos augurios. En la parte derecha aparece una pequeña campana. Esta campana llama nuestra atención, convoca todos nuestros sentidos hacia el proceso espiritual que trata de mostrar el dibujo. A su lado encontramos un reloj de arena, una balanza y un "cuadrado mágico". El reloj pone el énfasis en el aspecto perecedero de nuestro ser. La balanza nos dice que todos nuestros actos han de ser juzgados. Pero la balanza y el reloj de arena presentan igualmente un contenido alquímico, pues son símbolos de Saturno, planeta asociado en la alquimia con el color negro (nigredo) y el plomo, el metal a partir del cual se inicia el proceso. Con ello se hace alusión a la primera fase de la Gran Obra y a la necesidad de superar las duras pruebas de la materia. La rueda de molino que descansa sobre la pared del torreón nos remite al mismo concepto, tanto porque alude a la trituración como porque es emblema en alquimia de la "putrefacción", paso previo a la purificación de los aspectos anímicos negativos de la psique.
Con el cuadrado mágico se pone el acento en los aspectos mágicos de la "Gran Obra". Ficino y su círculo relacionaban el temperamento melancólico con el planeta Saturno, y dado que reconocían que este planeta mostraba influencias tanto positivas como negativas, recomendaban el uso de talismanes para compensar sus efectos negativos. El cuadrado mágico de Durero tendría por tanto la función de actuar como talismán potenciador de los aspectos benéficos y curativos.
Se trata de un cuadrado dividido en 16 casillas cuya suma, ya sea en sentido horizontal, vertical o diagonal, da siempre como resultado 34. Cornelio Agrippa en su Filosofía oculta, nos muestra siete cuadrados mágicos o "Tablas sagradas de los planetas" que representan la armonía del "alma del mundo" y las constelaciones ce- lestes aplicadas sobre la materia. La tabla sagrada representada por Durero, se corresponde concretamente con la de Júpiter.
A los pies de la figura alada, aparecen diversos instrumentos de construcción, tales como las tenazas, el cepillo de carpintero, la sierra, la escuadra, la plomada, la regla o los clavos, indicación clara de que en el proceso será necesario cortar todas aquellas inclinaciones que nos aparten de lo verdaderamente espiritual; habrá que cepillar las impurezas de nuestro carácter, tomar las medidas y cambios oportunos, etc. Los cuatro clavos, por otra parte, nos remiten a la crucifixión de la personalidad, esto es, a la muerte de todas las inclinaciones materiales del "yo" en favor de los aspectos divinos presentes en nuestro ser.
Aparecen en el grabado símbolos geométricos, como el bloque de piedra y la esfera. La piedra en forma de poliedro irregular es el elemento que más destaca en el grabado. Observamos que se trata de un romboedro truncado. La piedra es un símbolo antiquísimo que reúne significaciones de vinculación entre el cielo y la tierra, por lo que es común que se asocie al hombre. El poliedro de Durero no es regular, sino una figura en cierto modo imperfecta. Se le han tallado las esquinas de modo que sus caras formen triángulos y pentágonos. De esta manera, el romboedrorepresenta la propia personalidad humana aún imperfecta, que debe transformarse en triángulos y pentágonos perfectos16. Con la esfera blanca se alude al objetivo final, a la consecución del proceso: el alma inmaculada. El compás que porta la figura alada en la mano refuerza tales indicaciones, dado que pone de manifiesto la necesidad de construir, de trazar mediante los actos el círculo de la perfección.
Hemos dejado momentáneamente de lado varios símbolos que ahora nos gustaría tratar. En primer lugar el perro replegado sobre sí mismo, en una postura bastante antinatural, hasta formar un círculo. El perro, además de jeroglífico de "juicio" (en este caso de "buen juicio"), es un elemento saturnal que en la tradición hermética está vinculado a los ritos de la muerte. Es "el que abre el camino" y, en tal sentido, se le puede asociar con Hermes y su función de guiar almas. La alusión alquímica a la transformación o disolución de los aspectos egocéntricos de la personalidad queda claramente indicada por el brasero o pote para disolver la cola que aparece semioculto tras el romboedro truncado.
Otros elementos simbólicos que reclaman nuestra atención son el pequeño ángel (o amorcillo) que aparece sentado sobre la rueda del molino y la enigmática figura alada en actitud meditabunda y semblante sombrío. Algunos estudiosos han querido ver en la misma la imagen del "andrógino". Sin desechar tal propuesta, tendemos a considerarla como una de las nueve musas protectoras de las artes, ciencias y letras, en concreto la musa Clío, diosa de la memoria, que orienta a los historiadores a la investigación del pasado con el fin de comprender mejor el presente. A Clío se la acostumbraba a representar portando un libro y coronada con laurel, tal como nos la presenta, por ejemplo, Vermeer en su Alegoría del pintor. Tampoco es infrecuente que a las musas se las dote de alas, para manifestar la elevación de sus influencias y su vinculación con el mundo divino. Piero Valeriano entiende por estas nueve Musas los nueve instrumentos con que el hombre habla y manifiesta el "furor divino", o iluminación del alma. En tal sentido, la figura alada del grabado representaría no tanto a la musa Clío, como al hombre hermético que manifiesta en su vida las influencias de las musas, esto es que, bajo la influencia de la musa Clío, es tocado por el furor divino que ilumina su alma17. Podemos ver, por tanto, en estas dos figuras, dos fases del mismo proceso. El a- morcillo pone el acento en la necesidad de crecer, de esforzarse, para alcanzar el conocimiento hermético proveniente del pasado, la infancia. La figura adulta, por su parte, se nos muestra poseída por la primera de las melancolías, por la añoranza profunda de la verdadera patria. Ella está en posesión de las llaves del verdadero conocimiento y de la bolsa de la fortuna, y en su cabeza porta la corona que preconiza la victoria.
La escalera apoyada en la torre, siguiendo la interpretación dada por Horapolo, nos remite al jeroglífico del "asedio". Se trata, claramente, de la fortaleza espiritual que debe ser protegida de cualquier asedio. Al respecto, los siete peldaños de la escalera aludirían a las influencias astrales de los siete planetas conocidos en la época. Desde otra perspectiva, la escalera de siete travesaños que une la base con la cima de la torre, podría interpretarse como las siete etapas iniciáticas que conducen a la cima de la cabeza (la pineal), lugar donde se alcanza al fin la iluminación, la unión con el Espíritu.
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San Miguel-Toth-Hermes
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